jueves, 19 de abril de 2012

Un viaje sin retorno

Rondaban las tres de la tarde. Ella caminaba sola y sin preocupación de lo que le estaba a punto de suceder.
Acababa de salir del instituto y se dirigía a su casa para comer rápido e irse corriendo a las cuatro a su clase de baile.
Cuando estaba apena a dos calles de su casa sintió pasos cerca, alguien le estaba siguiendo. Ella trató de caminar más rápido porque temía que le hiciera algo. Cuando de repente el hombre desapareció. Se sintió aliviada y echo una pequeña sonrisa que poco le duro ya que al levantar la cabeza se encontró con que el hombre que le seguía se encontraba delante suya con un gesto en la cara que hizo que se sintiera amenazada. Él con una sonrisa perversa le preguntó:
-¿Dónde vas, pequeña?
-Perdón, tengo prisa.
-Pero yo tengo todo el día para hablar contigo. ¿No te gusta hablar conmigo?
-No..(Murmuró ella)
-¿Qué?
-Nada. Por favor déjeme pasar.
-De acuerdo, pero dime una cosa. ¿Eres miedosa?
-Yo..
Antes de que la joven pudiera acabar la frase otro hombre le cogió de los brazos mientras este le tapaba la cabeza con un saco grande para meterla dentro.
La sensación de la inocente chica era entre ira, miedo y odio, una combinación que provocó que comenzara a llorar. Empezaron a aparecer imágenes en su mente: una de sus clases de baile, una de sus sesiones de manicura y maquillaje a sus amigas, una de las perfectas tardes de verano en la playa con sus amigos, el rostro de sus padres y hermano, el rostro de sus amigos , el rostro de su prometido... Y conforme transcurrían las imágenes se fue despidiendo de todo aquello que amaba ya que para ella era el fin de su historia.
Los muchachos cogieron a la joven y la intentaron meter en un coche pero ella en un acto de reflejos consiguió liberarse y caer al suelo para revolcándose, salir del saco. Les pegó una patada a cada hombre entre las piernas y echo a correr pero enseguida la cogieron y le doblaron los brazos mientras un afilado cuchillo acariciaba su delicado cuello.
En un segundo intento de meterla en el coche, algo extraño apareció por el cielo. Se embistió con rapidez contra los secuestradores y salieron corriendo dejando a la joven en el suelo. Ella dijo con miedo:
-¿Qué...Qué eres?
-Soy un ángel caído del cielo, pero tú me conoces.
-¿Yo? Para nada, no conozco a ningún ángel caido del cielo.
La agarró del brazo para levantarla y la acercó hacia. Y le dijo:
-Mira mis ojos, ¿Qué ves?
-Oscuridad...
-Mira bien, tras la oscuridad.
Los ojos marrones verdosos de ella miraban con atención los ojos negros de aquel extraño chico. Cuando poco a poco ese negro fue pasando a gris, un gris azulado, y pudo reaccionar.
-¡Amor!-Exclamó sorprendida
-Así es.
-Pero como es posible... no te reconozco. Tan solo los ojos color ceniza y esas alas negras... ¿Cómo es posible?
-Solo tú puedes ver mis alas, ya que eres la única que las puede convertir en blancas.
-¿Yo? ¿Porque yo?¿Y como?
-Porque somos almas gemelas. Es sencillo, tienes que casarte conmigo.
-¡Pero si ya me has pedido matrimonio!
-Pues solo te queda decir un "si quiero" ante la ley.
-¿Y ya esta?
-Bueno también tienes que..
-Que..
-Que volar conmigo por encima de la ciudad.
-Ya claro, en tus brazos.
-¡Exacto!
-¿Algo más?
-Sí, antes de volar me tienes que dar una cosa.
-¿Cómo que?
-Sorpréndeme.
Ella se acercó a él mirándole  a los ojos. Entrelazo sus brazos entre su cuello mientras que él la cogía de la cintura y su labios se rozaron suavemente. Y antes de que ella se separara de él la cogió en brazos y emprendieron el vuelo olvidándose así del mal rato que había pasado ella y dirigiéndose hacia un mundo donde nada ni nadie les separaría. Un mundo ideal, el paraíso angelical.